23 dic 2018

Iwahig: visitar una prisión sin rejas

La Prisión y Granja Penal de Iwahig es una cárcel filipina completamente distinta a las demás porque  no tiene límites marcados por rejas o alambrados. Desde Puerto Princesa decidimos visitarla, y luego de alrededor de un hora hora en un bus local llegamos al predio. Para entrar no nos revisaron las mochilas ni nos preguntaron el motivo de la visita. Lo que es extramadamente llamativo en un país en el que para entrar a un shopping e incluso a un supermercado hay que abrir la mochila y hasta sacarse la gorra. 


Al comenzar a caminar nos encontramos con arrozales y plantaciones de diversos tipos, carteles motivacionales, jardines repletos de flores, perros, cabras y otros animales. Son más de 26.000 hectáreas las que componen esta "Prisión y Granja". Cuenta con alrededor de 3.000 prisioneros. Nosotros pasamos la mañana con poco más de una decena que nos contaron cosas increíbles.

Sabíamos que lo que Iwahig tiene de especial es la oportunidad que se da a los internos de reinsertarse a la sociedad. Tras pasar un tiempo en el edificio de seguridad media y luego de charlas de orientación laboral, se les asignan diferentes trabajos con el objetivo de que aprendan el oficio y que al salir puedan ganarse la vida. Incluso luego de un tiempo, algunos pueden construir sus propias cabañas y hasta vivir con sus familias.

Todo esto nos lo confirmaron los reclusos con los que fuimos charlando a lo largo de nuestra visita. Como son pocos los turistas que visitan la prisión, al ver a alguien que no pertenece a la colonia se acercan, se presentan muy amablemente y comienzan las historias: desde por qué llegaron ahí hasta cómo fue estar preso en Manila y cómo es estar preso ahí. 


Para un preso, llegar a esta "colonia" (como ellos la llaman) es un privilegio. Aquellos con condenas  relativamente largas que hayan demostrado buen comportamiento y arrepentimiento de sus crímenes pueden pedir el traslado desde las típicas prisiones donde viven hacinados. Y muy pocos logran calificar para llegar a Iwahig. 

La gravedad del delito cometido no es limitante. De hecho, quienes hablaron con nosotros tienen diversas historias, y están ansiosos por contarlas -y dar su versión-. Alrededor de la mitad están por tráfico de drogas, pero algunas historias fueron más fuertes:
- "Me condenaron por violar a mi novia, porque ella tenía 13 años y yo 17. Pero todo pasó porque su mamá quería chantajearme, ya que me pidió 200.000 pesos para retirar los cargos pero yo no tenía acceso a esa plata".
- "Acompañé a un amigo a robar una moto, nos descubrió un policía, y como le tuve que pegar me agravaron la pena".
- "Entraron a robar a mi casa y maté al ladrón".
- "Estaba borracho y violé a una mujer". 



Todos pasaron entre 5 y 15 años presos en Manila, en "cárceles comunes" donde lo único que hacían eran comer y dormir porque no había lugar para nada más. Y porque la alternativa a eso era participar de las mafias que todos conocemos. Hasta que "tuvieron la oportunidad de su vida" de ser trasladados a Iwahig, donde no solo cuentan con unas condiciones de vida dignas: forman una comunidad de la que se sienten parte activa y se les abre la puerta a un futuro. Algunos tienen la oportunidad de traer a sus familias (mujeres e hijos) para continuar con ellos una vida 'normal': en Iwahig hay escuela, iglesia, negocios e instalaciones deportivas.

Ya habiendo pasado algunas horas, nos despedimos para emprender la vuelta a la ciudad. Nos llevó el supervisor del penal en su camioneta, junto con su esposa. En la prisión también viven algunos empleados y sus familias. De hecho él nació en Iwahig, porque su padre también era empleado. Y durante la hora de viaje nos siguió contando acerca de esta "Prisión Granja". 

Lo que más me dejó pensando fue que la baja tasa de reincidencia tras salir de Iwahig: se encuentra por debajo del 5%, siendo una de las más bajas de todo el mundo. 


Luego de más de cien años que lleva funcionando de esta forma, con estos resultados, tal vez vale preguntarse si una prisión que en lugar de centrarse únicamente en el castigo dé prioridad a una reinserción laboral y social de sus internos no debe ser tomada como modelo. 

Seguramente esto no ocurre porque "es más fácil encerrar a alguien que intentar corregirlo". Pero podríamos empezar a respetar nuestra Consitución, que dispone que “(...) las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas”.

6 comentarios:

  1. Que interesante! Y que raro que se pueda visitar asi...increible las cosas que hay en el mundo desconocidas y que valdria la pena difundir mas...

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  2. Que buena experiencia! No cabe duda que es una buena oportunidad de inserción! Ojalá se tomara de ejemplo! Estaríamos lleno de granjeros !
    Linda foto la que estás con los 4 internos!
    A no! Uno es Facu!!

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  3. Que loco no?! Habría que analizar varias cosas! Pero una de ellas q me intriga mucho es el costo de mantener a los presos ahí. Que ondis? Sabes?

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    1. Preguntamos, pero lo que dicen es que no solo que se auto abastecen completamente de su comida, si no que hasta venden productos agrícolas y ganaderos con los que la prisión recibe ingresos extras

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. No había alguno buscando novia??? Si me ofrecen la cabañita me voy, están cerca de la playa?jajaja los amo y extraño.

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